Notas para leer en caso de incendio.








sábado, 13 de noviembre de 2010

El gurí

Fue al kiosco a comprar lo que tanto había querido. Ese juguete era todo para él. Ahorró moneda por moneda para poder comprarse ese muñeco. Cuando llegó al mostrador vio que el juguete ya no estaba colgado en el lugar de siempre. Lo buscó con la mirada por todo el kiosco pero no lo encontró. El kiosquero le dijo que esa mañana se lo había llevado una señora para regalárselo a su sobrino. Su mundo, de repente, se hizo gigante frente a sus ojos y él, se fue haciendo cada vez más chiquito. Tuvo vergüenza, mucha vergüenza, pero no dijo una sola palabra. Le ofrecieron otro muñeco, distinto, visiblemente diferente de aquél por el que había hecho todos los sacrificios de su vida. Ante la posibilidad de volver a su casa con las manos en los bolsillos, triste y decepcionado, gastó sus ahorros en lo que le ofrecían. Así fue como esa tarde aprendió a jugar con un muñeco que no era el que él quería.

Para la noche seguía jugando con ese muñeco, y ya no le resultaba tan ajeno.

No tenía planeado todo lo que le había pasado, quién planea cosas a esa edad. Sin embargo se divirtió, y sonríe cada vez que recuerda ese día.