Retrato de Marte
es una novela histórica, en el sentido en que Los Pichiciegos de Fogwill es una
novela histórica. Un enfoque transversal de algo más grande. Todo lo que sucede
en la novela puede pensarse como la pintura de Cándido López que fue utilizada para
la tapa del libro escrito por Germán Padinger y editado por Olmo Ediciones.
López, a su regreso del Paraguay (con un brazo menos), se pasó todo el resto de
su vida retratando el conflicto bélico más importante en el que participó
Argentina; conflicto sólo comparable con la guerra de Malvinas 118 años después.
Un soldado artista y testigo directo, consciente de que una guerra está
compuesta por miles y miles de pequeñas historias anónimas que merecen ser
plasmadas en un lienzo. Historias que merecen, también, ser escritas por
alguien. Ahí es donde Padinger interpela a López y elige uno de los tantos pequeños
soldados retratados, y le da un nombre: Daneri. Con un nombre y nada más que
eso, Padinger construye la Historia de lo que posteriormente se conoció como la
Guerra de la Triple Alianza, todo y nada más que todo eso en cien páginas.
La literatura de ficción bélica, compuesta
por millones de libros, pocas veces dedica alguno de ellos a este
hecho histórico en particular. Teniendo en cuenta que los países sudamericanos
que participaron en la contienda, apenas superan los doscientos años, la
apuesta de Padinger se hace más ambiciosa, y llega a buen puerto. Para lograr
su cometido, utiliza un mecanismo de anonimato y un desarrollo ininterrumpido
de acciones sin nombres propios, más allá del propio Daneri. El único nombre que
importa realmente. Eso que vemos en los cuadros de López (estudiados por
Padinger), cobra sentido y movimiento a través de Daneri. Lo que Daneri ve, lo
que Daneri escucha, lo que Daneri sufre y de lo que Daneri trata de escapar. La
salida siempre parece ser el río Paraná. Testigo mudo y neutral de la vida y la
muerte que se sucede en sus orillas.
Fogwill declaró más de una vez que
Los Pichiciegos no era una novela sobre la guerra de Malvinas, ni tampoco una
novela sobre la guerra (así, sin nombre propio). Sino que era una novela sobre
el lenguaje. Fogwill apelaba a la capacidad del lector para interpretar este
tipo de declaraciones. Después de leer Retrato de Marte, descubro que no es una
novela sobre la guerra del Paraguay solamente, sino que es una novela sobre la
identidad. Sobre el desarraigo, la soledad y el anonimato. Jean Echenoz hace lo
mismo en su novela 14, un retrato irónico, triste y a la vez cómico de La
Primera Guerra Mundial. No es pretensioso decir que Padinger dialoga con estos
autores y se posiciona en esa línea. Nos ofrece una novela que trata la historia
de un hombre, que puede ser todos los hombres, en cualquier momento de la
historia, en cualquier lugar del mundo. Recomendar su lectura es redundar un
poco, pero no importa: hay que leer este libro.
Nicolás G. Enrique